El ex mano derecha del narcotraficante reveló la magnitud del excéntrico regalo, el cual se repetía año con año a pesar de su crueldad.
Juan Pablo, el primogénito, explicó ante los medios cómo fue tener a Pablo Escobar como figura paterna, incluso su experiencia fue contada en un libro. Por su parte Manuela, la menor de la familia y la preferida de Pablo, nunca habló con los medios. Sus sentimientos y opiniones, así como su parte de su historia, permanece en un velo de misterio. Lo poco que se sabe es que fue una infanta realmente consentida, una niña "de papá".
Jhon Jairo Velásquez, conocido como "Popeye", fue uno de los hombres más cercanos al líder delictivo de Colombia. Por más de 20 años estuvo conviviendo con él y su familia, cuidando de la pequeña Manuela, se podría decir que fue la mano derecha de escobar.
Recientemente el delincuente aportó nuevos datos sobre la vida de la hija menor del líder del narcotráfico más famoso de la historia. Según Velásquez, ella fue una de las personas que más sufrió el asesinato de su padre. Escobar estaba siempre con ella, y cuando tenía que separarse, la cubría de regalos.
Las últimas declaraciones de "Popeye" relatan las extravagantes concesiones que Escobar tenía con su hija. Prácticamente le daba todo lo que ella pedía, cualquier cosa. No llegó a conocer el "no" por parte de su progenitor, algo que no suena extraño conociendo la historia del colombiano. Todos los animales que se encontraron en la mansión Nápoles de la familia eran regalos para Manuela.
Una de las anécdotas que describe Velásquez habla de cuando su hija estaba tiritando de frío, quizás debido a un resfriado. Sin importar nada Pablo, arrojó al fuego dos millones de dólares con el sólo objetivo de calentar a la menor, algo que roza la locura. Pero este ejemplo no tiene nada que ver con el regalo más escalofriante que Escobar daba a su hija año con año al llegar la Navidad.
Y es que Manuela, dentro de su burbuja de fantasía y lujo, no se percataba de nada raro. Ella, con toda su inocencia e ilusión le solía pedir a su padre que le comprara un unicornio. De esta forma, Escobar no dudó ni un momento en concederle su deseo y para conseguir el animal mitológico, compraron un caballo pura raza, al cual le incrustaron brutalmente un cuerno de toro en la cabeza y también le añadieron unas alas.
La niña se sentía entonces como si estuviera soñando, su papá conseguía siempre lo que ella deseaba, pero el gusto no le duraba mucho ya que a causa de la herida que le creaban al caballo, mezclada con el tóxico pegamento para ponerle las alas, el animal terminaba muriendo a los pocos días.
Esto no pareció importarle lo más mínimo a Pablo Escobar, ya que durante varias navidades hizo lo mismo con tal de complacer a su amada hija.